"El súbdito adulado":
https://elpais.com/diario/2011/06/21/opinion/1308607212_850215.html
https://elpais.com/diario/2011/06/21/opinion/1308607212_850215.html
Quiero
glosar, aunque sea fuera de contexto, una insólita ironía de don Antonio
Valdecantos en el artículo absolutamente excepcional El súbdito adulado. Se trata de estas palabras: «Una tierna y
entrañable preocupación por lo que se llama valores»,
si examinamos lo que hoy se entiende por ‘valores’ veremos que su contexto
favorito es el que los remite a ‘los jóvenes’: en ellos es en los que suelen
echarse en falta y por ellos se lamenta la despreocupación de los adultos en la
familia actual y la incompetencia de las instituciones de enseñanza; la
‘ausencia de los valores en la juventud’ es la más recurrente cantinela
pedagógica de quienes no tienen nada que decir.
Por esta
vía acaba resultando que los llamados ‘valores’ son una cosa que se cumple en
el culto y el cultivo de vacías capacidades funcionales enfáticamente elevadas
al rango de virtudes, aunque carentes de otra determinación que la de su
eficiencia para el logro de un propósito, para el éxito en sí mismo. Con ellas
pasa lo mismo que cuando se dice: ‘es un muchacho muy motivado’, y no hay que
preguntar en qué y por qué, o cuando un inspector viene de supervisar uno por
uno a los alumnos de un colegio, e informa: «Estupendo, los he encontrado a
todos muy motivados», y nadie espera una palabra más. Los valores motivan, y
‘el estar motivado’, como lugar genérico para ellos, puede tenerse ya por un
valor. Si el estar motivado es por sí
solo digno de alabanza, con la misma gratuidad las capacidades funcionales, por
el solo hecho de servirle de instrumentos, merecen encarecimiento de virtudes; una cosa tan necesaria y exclusivamente
funcional como el esfuerzo es una gran virtud, y en un deportista llega a
veces a elevarse a ‘heroica generosidad’ de quien lo da todo de sí mismo.
Así pues,
los valores se detienen en lo instrumental porque para ellos el lograr en sí
mismo prevalece absolutamente sobre lo
que se logra. El contenido de lo
que se logra es sustituido y anulado por el mérito
de la acción de lograr. El aristocrático lema del blasón de los valores dice
así: «lo que importa es lograr, ese debe ser tu honor y tu gloria; no recojas y
guardes lo logrado como la vil hormiga, déjalo que se vaya a la basura».
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