La reciente fórmula de llamar
‘cohesión social’ a lo que en otros tiempos, no importa si con un exceso de
buena voluntad, se designaba como ‘concordia social’ no deja de ser sintomática
de la renunciataria aceptación de la actual pasivización y reificación de las
personas, en la medida en que ‘cohesión’ connota áridos inertes unidos por un
pegamento externo, como las piedras en el hormigón, adheridas o “cohesionadas”
entre sí por la argamasa de cemento. En relación con las personas, tal argamasa
externa bien podría ser esa impostura de la “identidad nacional” impuesta desde
fuera mediante la enseñanza, que las piedras humanas han de tener por “propia”.
‘Concordia’ alude a sujetos vivientes y se correspondería con ‘amistad’;
‘cohesión’ alude a objetos inertes y se correspondería con ‘unidad’ (por
ejemplo, “unidad nacional”).
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